Título: Corazón Salvaje
Autor: Caridad Bravo Adams
Fecha de publicación: 1957
Género: Romance y aventura
¿Cuántas personas (televidentes) no se han rendido a la apasionante historia de Juan, Mónica, Aimeé y Andrés en este inolvidable melodrama de "Corazón Salvaje" en su versión del 93?
Una historia ligeramente diferente al libro, con cambios de nombres y apellidos, así como de los escenarios originales es la que nos muestra la televisión y de hecho, la más reciente versión del 2009 es una mezcla de la historia de Caridad Bravo Adams y de "Yo compro esa mujer" de la autora cubana Olga Ruilópez, pero en esta reseña no voy a referirme a las versiones de televisión sino al libro que está dividido en tres partes; Corazón Salvaje, Mónica y Juan del Diablo.
Argumento:
En la oscuridad, una tormenta y un barco rugen en alta mar, un bote y un chico logran llegar hasta la playa. El joven marinero busca urgentemente a alguien. En ese escenario se conoce a Francisco D'Autremont y a su amigo notario, el licenciado Pedro Noel y en esa noche de tormenta en las Antillas (Martinica) llega a buscarlo el mozo de doce años recién llegado en el bote para entregarle la carta de un moribundo que le espera antes de expirar y Francisco finge no saber de quién se trata cuando le dice el apellido, despachando al muchacho y guardándose la carta sin leer. Noel le insta (luego de recordar algo de la historia del moribundo cuyo apellido le suena) a ir a verlo y cumplir con su última voluntad.
El mozo regresa a la covacha del moribundo y este, se molesta al ver que llega solo y sin el "caballero" que esperaba. El moribundo le revela al mozo, que se llama Juan, cuánto odia al hombre que esperaba y que ese hombre es su verdadero padre y dicho eso, expira. Francisco llega después y al encontrar al cadáver le reconoce a pesar del aspecto. Saca la carta de su chaqueta y decide leerla, ahí se entera de que el muchacho es su hijo, fruto del adulterio entre la que fuera la esposa del muerto y Francisco, al saber esto se rehúsa a creerlo siendo que Noel llega y sirve de conciliador entre el caballero y el mozo. Francisco al final decide llevarlo a su casa y hacerse cargo de él.
Francisco está casado y su esposa Sofía y su hijo Renato esperan su regreso en su hacienda de Campo Real, lo que no contaban era que no llegaría solo, sino llevando a Juan con él en compañía de Noel y aunque al niño rico le agrada tener un nuevo amigo, Juan no está muy convencido y menos, Sofía quien desconfía de él al conocerlo y del argumento de su marido para traerlo consigo y ampararlo. Como siempre, Noel intercede, sin embargo, ella no se engaña y presiente que se trata de un bastardo de su marido.
Renato se ha encargado de vestir a Juan con uno de sus trajes y para el mozo, verse por primera vez en un espejo le deja estupefacto y cuando Francisco le ve dormido al final de ese día, se estremece al reconocer que su físico es su estampa y que el muchacho es definitivamente su hijo, asunto que Sofía le recrimina cuando lo encuentra contemplándolo. La discusión despierta a Juan y Francisco le insta a seguir durmiendo mientras saca a Sofía del cuarto para tratar de calmarla, pero la mujer no cede y Francisco, encendido en cólera amenaza con ahorcarla cuándo ella amenaza con dejar la casa junto con Renato si el bastardo se queda. En ese momento, Renato presencia la discusión de sus padres y le espeta a su padre que no le haga daño a su madre porque él sería capaz de matarlo. Francisco se asombra por la determinación de Renato y la agresión con la que defiende a su madre.
Luego de la discusión, Francisco sale furioso a caballo de su hacienda, siendo testigos de eso Noel, Bautista el criado y Juan que ha presenciado todo y es hasta otro día que le traen en una camilla. Francisco tuvo un accidente al caer por un barranco.
Sofía que pretendía irse con Renato y dejar a su marido, se altera al saber lo que le ha pasado. Apenas y logra ver a su marido consciente cuando le han traído a la casa y él solicita a Renato, le indica que será el señor de la casa, que cuide a su madre y sobre todo a Juan y que le quiera como un hermano. El médico no llega a tiempo y debido a esa caída, Francisco muere.
En los funerales de Francisco, Sofía corre a Juan, pero siendo testigo Renato, le impide marcharse, Juan insiste en irse y hacerse a la mar, excitando así a Renato que también desea irse, le dice que tiene dinero y que esperen. Cuando pasa el entierro intentan escapar, pero son interceptados en el río por Bautista, Noel y la misma Sofía. Juan logra escapar con el dinero de Renato y el niño, no tiene más remedio que quedarse con su madre, aliviada de recuperar a su hijo y deshacerse del bastardo. De ahora en adelante las cosas cambian en Campo Real, Sofía le pide a Noel todos los papeles en referente a su marido y luego le echa de la propiedad, nombra administrador al criado Bautista y debido al escape de Juan, Renato enferma de gravedad.
Días después cuando Renato se recupera de las fiebres, Sofía toma la determinación de enviar a su hijo a estudiar a Francia con la idea de que se olvide de Juan y para eso se vale de la parienta del Gobernador, Catalina Molnar viaja también en compañía de sus dos hijas de 9 y 7 años, Mónica y Aimée y es a ella que le encomienda la travesía de su vástago. Desde ese momento los niños traban amistad. Poco antes de zarpar, Noel llega con los documentos pendientes de Renato y Sofía aprovecha para disculparse y pedirle información de Juan. Para tranquilidad de ella y pena del notario, Juan se embarcó como grumete rumbo a Jamaica y es obvio que no le verán jamás. En ese instante, el barco zarpa y Renato triste, sólo recuerda la promesa a su padre de proteger a Juan y buscarlo cuando regrese.
Quince años han pasado y los cuatro niños antes descritos ahora son adultos. Mónica, alta y esbelta, hermosa y grácil, sufre por amor y herida, buscando la paz, desea entregar su vida a Dios y al convento. Renato, convertido en todo un hombre, rubio y de figura gallarda, montando con fiereza su caballo es el amo de las tierras que le rodean y ante las injusticias que Bautista ha cometido durante su niñez y ausencia para con los trabajadores, decide ahora cambiar las cosas. Aimée, seductora y caprichosa, coqueta y ardiente, desea vivir en libertinaje y hacer lo que le plazca, aún comprometida en matrimonio a un hombre que no ama lo suficiente y por último, un audaz pirata, señor de las aguas del Caribe, fuerte y desafiante, imponente y bravo, aquel hombre alto, de pecho firme, ancho, atractivo bronceado y de intensos ojos italianos, regresa como capitán de su barco a su tierra. Las personas que lo conocen bien le llaman Juan del Diablo.
En la casa de las Molnar, que no está lejos de la playa, una impaciente y deseosa Aimée, busca desesperada al dueño de sus febriles pasiones que en ese momento llega atrapándola en besos y abrazos a través de los barrotes de su ventana para citarla después en una gruta y seguir dando rienda suelta a sus pasiones desatadas. La seductora mujer lleva algún tiempo siendo su amante desde el momento en que se conocieron en la playa. Aimée ha sucumbido a los deseos de Juan del Diablo. Caso contrario es la dulce y virginal Mónica, que por problemas de salud física y emocional, ha salido del convento para regresar a su casa y ser probada entre el mundo del que huye y solo así saber si tiene vocación religiosa o no. Mónica deberá luchar contra la tentación, algo que no le será fácil.
Renato habla con su madre, le cuenta sus deseos de bienestar para con los jornaleros, lo enamorado que está de Aimée y sobre todo, cumplir el último deseo de su difunto padre; buscar a Juan, asunto que le molesta a Sofía y que se esfuerza por disimular.
Mónica ha regresado a su casa sin imaginar que se toparía con el hombre que deseoso y desesperado busca a Aimée, confundiéndola con ella. Es en ese momento que conoce a Juan del Diablo y se da cuenta que su hermana tiene que ver con ese hombre. Cuando Aimée regresa de su paseo la encara por no respetar su relación con Renato y la promesa que le hizo, pero la discusión se ve interrumpida precisamente por la madre de ellas y por él que ha llegado a la casona para invitarlas a la finca de Campo Real. Cena con las mujeres, pero la impaciencia se apodera de Aimée que debe verse con Juan si no, llegará a buscarla y la descubrirán puesto que está jugando con dos hombres al mismo tiempo sin que ellos lo sepan. Al final de la cena, ella logra escaparse cubriéndose con un velo de Mónica y Renato que no está tan lejos de la casa, logra divisar esa sombra que se desliza rumbo a la playa, sin imaginar que se trata de su prometida y que va a verse con su amante para disfrutar las mieles del placer salvaje del que es esclava.
Aimée logra entrevistarse con Juan, justo a tiempo en el que él iba a buscarla. El pirata saldrá de viaje por semanas y le ordena esperarlo hasta su regreso, ella se lo promete. Cuando regresa a la casa, Aimée evita darle explicaciones a su hermana que la ha enfrentado sobre su furtiva salida y Mónica, intrigada se pregunta qué relación tiene su hermana con el hombre que llegó a buscarla. Por otra parte, Renato busca al notario Noel, quien se alegra de volver a verlo hecho ya todo un hombre. Renato quiere que él le asista en la hacienda, así como lo hizo con su padre y el notario acepta, aún imaginando que a la madre de Renato, no le hará gracia el asunto.
En una taberna de mala muerte, Juan en un juego de cartas apuesta su barco, el asunto no sale bien ya que acusa a su oponente de trampa e hiriéndolo con cuchillo, empieza un pleito que le obliga a huir sin imaginar que es seguido por Renato, después de tantos años vuelven a verse, pero Juan es indiferente, lo que no imaginaba era que sería apresado antes de hacerse a la mar y es Renato, con la ayuda de Noel que logra llegar a un arreglo con el herido que lo acusó por la agresión. Sin embargo, Juan en su orgullo se niega a reconocer la ayuda prestada y jura devolverle a Renato todo el dinero que le debe. Por otra parte, Aimée que divisa el mar se pregunta el porqué el barco de Juan sigue en la ciudad e intuye que algo pasa, intuición que también a Mónica no engaña iniciando también una discusión entre las hermanas. Aimée comienza a hartarse de Mónica y Mónica comienza a tener la seguridad de que el hombre que conoció y el barco en el horizonte están asociados para despertar la inquietud de Aimée.
Aimée como siempre, ha desaparecido y Mónica sale a buscarla solo para toparse con Juan del Diablo quien evita que ella resbale por unos peñascos salvándola, es la segunda vez que tienen un encuentro cercano y aunque ella no entienda, se molesta por la insolencia y seducción de él y a él, le harta la novicia que colma su paciencia, aunque note que es muy diferente a su hermana. Una vez yéndose Mónica, Juan y Aimée se encuentran y el vuelve a exigirle que lo espere a su regreso. Mónica se flagela queriendo regresar al convento, pero sigue siendo rechazada y tiene plazo de un año para tomar los hábitos. Renato regresa por ellas y las lleva a las tres a su finca de Campo Real.
La familia Molnar llega a Campo Real y Sofía está feliz por recibirlas y conocer a las hermanas ya adultas. Aimée finge su sentir y para Mónica es una tortura estar cerca de Renato y constatar cada vez más, lo enamorado que está de su hermana que no lo merece. Días después y sin poder soportarlo y luego de una discusión con Aimée frente a todos por su indecisión por posponer fecha de boda, decide regresar a su casa, siendo que su hermana y madre se irán también con ella. En cinco semanas se llevará a cabo la boda y Aimée desea respirar ese tiempo lejos de Renato. La situación de ambos, cada vez es más dolorosa para Mónica, que con dolor e impotencia reconoce que Aimée maneja sus almas a su antojo, obligándola a callar.
Una astuta Aimée visita al notario Noel para saber del capitán del "Luzbel" a quien supuestamente le había pagado una mercancía, supuestos regalos para su prometido Renato, sin imaginar que don Noel le haría saber dos cosas; que Juan y Renato se conocían y que el capitán, no volvería en años por los pleitos que tiene con las autoridades. Saber todo eso hace que Aimée tome una rotunda resolución; casarse como estaba previsto ya que Renato ha llegado para llevarlas otra vez a Campo Real por consejo de su madre Sofía. Mónica una vez más comprueba la astucia de su hermana y no le queda más remedio que aceptar que el hombre que ama, va a convertirse en su cuñado, en su hermano y hacer morir sus sentimientos por él.
Juan del Diablo está próximo a regresar a Martinica y su único anhelo es tener a Aimée como su mujer junto a él. Entretanto, Aimée es prisionera de su capricho, ya su boda está a las puertas y ver el ajuar que Sofía ha dispuesto para ella poca gracia le hace. En su mente solo vive Juan y poco falta para atarse a Renato, a un hombre que no quiere, pero con quién deberá conformarse. Por su parte Renato vive su ilusión, aunque también las preocupaciones por sus trabajadores, asunto que a Aimée no le importa y que a él le entristece. Ella misma lo empuja hacia Mónica para que le ayude, ya que su hermana es más empática con esos temas filantrópicos, Renato en el fondo se decepciona de su prometida, en cambio le agradece a Mónica su interés y ayuda, aunque en el fondo para la joven es un suplicio, pues estar cerca de él es clavarse más profundo los sentimientos que la ahogan hacia el hombre que ama sin ser correspondida.
Mónica se asombra de manera negativa al ver por ella misma la condición de los trabajadores en Campo Real, muchos están muy enfermos y eso la lleva a tener un altercado con Bautista, quién sólo obedece a Sofía sin acatar los deseos de Mónica por lo que, al enterarse Renato, lo encara frente a la madre. Sofía no quiere perder a su eficiente capataz y suaviza la situación, calmando la exaltación y malestar de Renato al saber por Mónica lo que pasaba, diciéndole que deje las cosas para después de su boda y a Bautista le ordena acatar las disposiciones de Mónica para mejorar la condición de los trabajadores. La boda está a las puertas y no habrá nada que la detenga. Ni siquiera los caprichos de Aimée ni la llegada de Juan.
La inminente boda llega, Aimée y Renato se casan ante el dolor de Mónica y el desconocimiento de Juan, y este segundo llega de su viaje a buscarla, dispuesto a darle todo su dinero y a hacerla su mujer si es posible ante la ley. Cuando se presenta vestido como un caballero ante el licenciado Noel, este se asombra ya que verlo así le hizo volver el tiempo y reconocer la figura de alguien; Juan es exactamente igual a Francisco, su padre, sin embargo, sobre el escritorio del notario había un papel cartulina que Juan hojeó curioso y de golpe se enteró de todo; Aimée se había casado con Renato y cuál ciclón furioso sale dispuesto a enfrentarlos a ambos y hacerles pagar la traición.
Juan ha ido tras su venganza contra Aimée y Renato sin imaginar que en el camino va a encontrarse con Mónica a caballo y casi la atropella con su coche. Discuten y él, le espeta todo lo relacionado con su hermana, asunto que Mónica ignoraba, le persuade de no hacer nada por su arrebato de ira justo en el momento en que llega Renato y feliz abraza a Juan, quien amansado por Mónica ha decidido esperar para vengarse de la manera más cruel. Él y Mónica se regresan juntos a Campo Real y al saber Sofía quién es, la ira y el desprecio la domina y más cuando asombrada lo nota igual a su difunto marido, como también, al verlo Aimée no lo soporta y se desmaya por la impresión. Lo que Juan no imaginaba era que Renato le propondría ser el administrador de Campo Real, asunto que Mónica le ruega no aceptar, pero que Juan ve como una oportunidad para vengarse.
Aimée no puede contra lo que siente y Renato intenta disculpar sus arrebatos. La mujer, con sus artimañas logra enternecerlo y a su vez seguir engañándolo, con la ayuda de su sirvienta logra entrevistarse con Juan, quien al tenerla frente a él le espeta todo lo que siente y ahoga, luego de esa entrevista en que le deja ver a ella la meretriz que es, ahogándola aún más en su orgullo herido, Juan acepta ante Renato ser su administrador en Campo Real a la vista de una Mónica estupefacta que no puede creer el juego del pirata, quién le advierte que quien se ríe de él lo pagará con sangre.
Juan le muestra a Mónica la maldad de los hombres y lo que cree la indiferencia de Dios al hacerle ver las cicatrices de Colibrí, el negrito que ha adoptado porque en el niño y su sufrimiento se ha visto a sí mismo. Ella se compadece y le coge cariño al niño que la cree su nueva ama, una que le había dicho su amo. Por otra parte, Noel llega a la hacienda sin entender muy bien lo que sucede en el ambiente ni en la persona de Juan que había salido furioso de su despacho cuando vio la invitación de los novios, aunque notando a Aimée y el sarcasmo de Juan, más piensa en el asunto y Renato que creyó tener en él a un aliado para que le apoyase en su decisión sobre Juan, se decepciona al darse cuanta que no. Para colmo, entre él y su esposa se da ya la primera discusión por los arrebatos infantiles de una mujer herida y desesperada, pero termina perdonándola cuándo ella se lo súplica. Por un momento Renato creyó haber vivido una quimera y que su relación era una mentira, sin embargo, Aimée se encargó de calmarlo con su lisonjería, aunque ella imaginara estar entre los brazos de Juan.
Juan y Mónica se enfrentan, el primero por insistir en su venganza y la segunda porque no se lo permitirá, Juan nota con que fiereza Mónica defiende a Renato y entonces deduce que ella está enamorada de él. Mónica se avergüenza por darse cuenta de que ese "salvaje" ha logrado ver su verdadero tormento hasta el fondo de su alma y sólo al platicarlo con su madre se da cuenta de que ella está sacrificándose por amor a Renato. Mónica sabe lo que tiene que hacer y lo hará porque ya tiene las fuerzas para hacerlo.
Juan y Aimée vuelven a encontrarse y se confiesan lo que sienten, Juan desea llevársela, pero ella no acepta, al menos no así como él lo quiere. En ese momento, deben esconderse porque Renato y Mónica se acercan y escuchan la plática, Renato tiene buenos sentimientos para todos y sobre todo para Juan, a quien quiere tener como un hermano, como se lo pidió su padre. Cuando ellos se apartan, Aimée y Juan vuelven a discutir y ante lo que Mónica nota, Juan se aleja y Mónica increpa a su cínica hermana con quién tiene otra discusión, misma que es atajada por Renato que regresa al encontrarse con Juan y dándole su empresa de ese día. Mónica ya no soporta la actitud de Aimée y ahora debe enfrentarse a lo que se ha inventado para salir ella del paso; que Mónica deja de ser monja porque está enamorada. Lo que ella ignora es que Aimée le ha dicho a Renato que Mónica se ha enamorado de Juan, algo que él no puede creer del todo. Los planes de Aimée de que Mónica se fuera no le salieron y por eso buscará atormentarla aún más y burlarse de ella.
Yanina, la sobrina de Bautista el capataz, sospecha que Juan y Renato son medio hermanos para coraje de Bautista que le odia. Juan insiste en preparar todo para irse en su barco y llevarse a Aimée a quien previno, sin embargo Mónica lo sospecha y al parecer también Noel que intenta intervenir a petición de Sofía para darle a Juan el dinero que quiera a cambio de largarse y apartarse de Renato, sin embargo a Juan no le interesa ni el trabajo en la hacienda ni su relación con Renato, lo que quiere es irse y llevarse a la única joya que le interesa, asunto que asusta a Noel, quién debe hacer memoria y atar cabos ya que Mónica también lo sabe. Renato que no se engaña, sin querer se da cuenta que su Aimée y Juan ya se conocían por un asunto de una mercancía para él como se lo dijo la mujer y como tontamente lo confirmó Noel, poniendo al joven amo en alerta ya que no entendió entonces porque Aimée le mintió. No obstante, está decidido a saber la verdad, especialmente sobre su padre y para eso se valdrá de Noel.
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