Decir que Luis Miguel es uno de
mis cantantes favoritos en español es extraño ya que tengo más gusto por la
música en inglés como saben, sin embargo crecí escuchando música en español por
los parientes como lo mencioné en otro artículo y de hecho, recuerdo que la
primera canción que se me pegó del llamado “Sol de México” fue precisamente
“Cuando calienta el sol” y “Ahora te puedes marchar” allá a finales de los
ochentas pero de escuchar su música o ver sus vídeos (y tener algunas de mis canciones
favoritas en un libro) jamás creí ver una serie sobre su vida y si antes me
gustaba, luego de ver la serie ahora me gusta más.
El cantante, —aparte de ser uno
de los mejores, si es que es el mejor— ha sido un personaje controversial y
es porque como público sólo vemos lo que nos muestran los medios. El lado
personal, ese lado humano es asunto del involucrado nada más y si ha sido
alguien que ha mantenido un orgullo como faceta, verlo como realmente ha sido y
vivido, es algo que puede bajar las defensas y no dejar de pensar en todo lo
que dicha persona ha tenido que vivir en su ascenso como artista.
Y es que la serie sobre su vida
tiene un solo eje y no es el sólo conocerlo desde chiquito y sus inicios en la
música sino lo ocurrido con su madre, un misterio que como anzuelo nos enganchó
pero igual provocó pesadillas tal y como ha debido ser la vida real del
cantante. Ver ese lado íntimo detrás del artista fue algo grato y a la vez
doloroso y estarán de acuerdo conmigo en que el villano, su propio padre merece
arder en el lado más caliente del averno porque sí, muestra a un hombre que
decirle ambicioso es piropo, este no tenía ni pies ni cabeza, usó a su propio
hijo para él, para su beneficio, para llevarse todos los créditos, para gozar
de una fama ajena y darse una vida de lujos como la debió de haber planeado
siempre y todo a costa de un niño al que obligó a seguir una carrera que le
arrebató no sólo su infancia ni su estado físico sino hasta a su propia madre,
lo cual de ser las cosas como las pintan eso no tiene perdón ni del mismo Dios.
Duele ver lo que hubo detrás de
la fama de Luis Miguel, como todo ser humano el hecho de tener fama y dinero al
despegar a la cima gracias a su talento no era todo, tiene un corazón que
también sufrió, sus canciones tienen mucho de él y de allí que las cante con
todo su ser y si hay algo que lo carcomió como se nos hizo ver, fue la búsqueda
que emprendió por su madre durante seis años sin imaginar lo que el verdadero
monstruo que tenía cerca de él había hecho, vivir engañados (ella y él) es algo
como para no tener paz el resto de la existencia y vivir con remordimientos todo
por culpa de un desgraciado que aún en su lecho de muerte no confesó la verdad.
Entiendo perfectamente el sentir del cantante y el que lo haya mandado al
carajo cuando supo que le había robado, ¡su propio padre lo estafaba! Yo
aplaudí cuando Luis Miguel tomó las riendas de su vida y carrera porque no
podía ser de otra manera, ese “tata” que Dios le dio no merece ni la lástima,
(Luis Miguel tendría toda la razón en quemar cada foto de él con ese viejo,
recordar esos tiempos no le hace bien, aplaudo que decidiera hacer una serie
sobre su vida, no es fácil revivir algunas cosas) hace mucho no detestaba un
personaje, el problema es que este fue real sin embargo me cuesta ver a Óscar
Jaenada (el actor) de otra manera, y se lo grito en su idioma “¡Coño que me has
traumao!” (pero actuó bien.)
Hablando ya de la serie y las
actuaciones debo decir que está muy bien hecha, me mantuvo frente a la pantalla
en cada uno de sus capítulos, que nostalgia ha sido recordar algunas canciones.
Izan Llunas (Luis Miguel niño) es perfecto y adorable (fue a Tegucigalpa hace
poco pero no pude ir a conocerlo por no estar yo en la capital :( ) Luis de la Rosa (Luis Miguel adolescente) también me pareció perfecto
y qué decir de Diego Boneta, me fui de espaldas cuando supe que él cantaba de
verdad y no sólo imitaba, lo cierto es que estos chicos merecen aplausos de
pie, el verdadero Luis Miguel no podría sentirse más orgulloso, es como que se
encontrara él mismo en tres cuerpos diferentes, raro pero cierto.
Lo único que le resta puntos a la
serie es que no hubo una traducción al español en los diálogos en italiano,
eran necesarios porque no todo el mundo entiende el idioma, a mí me tocó tratar
de traducirle algo a mi mamá para que no perdiera el hilo, es sólo una
sugerencia y de hecho a veces ni entendía al mismo “Luis Rey” cuando hablaba,
muy español pero algo enredado y cuando el personaje se enojaba menos se le
entendía, “muy descosido” dice mi mamá haciéndome reír.
Luis Miguel la serie, muestra la
otra cara de lo que ha sido la vida del artista y lo que tuvo que padecer desde
niño (con semejante padre) un ascenso gracias a su talento, una vida de lujos
pero en el fondo vacía, el corazón del hombre tratando de encontrar el amor y
retenerlo, su desesperación e impotencia por no poder saber el destino de su
madre a partir de 1986 y el continuar hacia adelante refugiándose en su carrera
pero haciendo las del payaso, mostrándose feliz y orgulloso ante sus fans pero
en su soledad, triste y melancólico. Un final de temporada que nos
estrujó el corazón sintiendo junto con él esa última esperanza por saber de su madre
y la frustración por el mal corazón de un padre que le negó saberlo aún en su
último aliento. Sí, Luis Miguel vivió entre mentiras de su progenitor y esas
son cosas difíciles de perdonar.
Esperando con ansias la segunda
temporada donde se dice que conoceremos a los enemigos del artista y lo que ha
sido su vida a partir de ese ciclo que debió cerrar.
No sólo se trata de una serie que
revela la vida íntima del “Sol” uno de los mejores cantantes latinos que se ha
conocido sino que se trata de mostrar al mundo que no todo es fama y dinero y
que lo que está detrás de una carrera frente a los escenarios no siempre es un “feliz
para siempre” se trata de la historia de un ser humano que ha padecido
situaciones dolorosas y tener el valor de mostrar ese lado íntimo, lo hace aún
más admirable.