Corazón Salvaje 3: Juan del Diablo (2/2) - Caridad Bravo Adams
Sofía se ha encontrado con un antiguo enemigo; Noel, quien llega del campo de batalla y aprovecha decirle que Renato está bien y Juan herido, a la egoísta y altanera Sofía no le importa la suerte del bastardo sino el bienestar de su hijo, cosa que le molesta a Noel y aprovecha decirle sus verdades, mismas que la enfurece e indigna, deseando no volver a ver al notario nunca más. Por otra parte, en la covacha, Mónica cuida de un herido Juan, a quien le han sacado la bala, pero está débil porque a pesar del vendaje no deja de sangrar. Mónica no piensa dejarlo, ni siquiera cuando Colibrí le avisa que Renato sigue esperándola. Mónica le hace ver al hacendado que no se irá con él y que no dejará a Juan. Renato se siente despechado y decepcionado ya que ni aún confesando sus sentimientos, la mujer se conmueve por él. No la obliga a irse con él y Mónica regresa con Juan, quien se ha dado cuenta de lo que ha pasado y aunque uno quiere escuchar los verdaderos sentimientos del otro, apenas y se asoman. Juan es vencido por su delicada situación y quedándose dormido, Mónica vela su sueño. Juan reconoce amarla más que a su vida, pero al decirle Segundo que no vale la pena seguir por una mujer que se interesa por otro, le pone los pies en la tierra y en su realidad, llenándolo de tristeza. Ni siquiera la herida de bala le duele tanto, como lo que siente por Mónica.
Catalina despierta desconcertada y sola, sigue en Campo Real, y con la única compañía del cura que le explica la ausencia de los señores y los motivos de los tambores africanos que la mujer piensa que es fiesta e irrespeto hacia su hija, pero es un lamento fúnebre en el que cargan lo que parece un cadáver. Ella ya cree que los D'Autremont son una familia maldita y que por culpa de Renato su hija está muerta. En ese momento, ven llegar a un Bautista aporreado y sangrante que explica ha sido atacado por los esclavos que se han rebelado al hallar el cuerpo de la bruja, acusándolo a él de su muerte y a los amos de Campo Real. La turba viene por él y el cura apenas logra escapar junto con una desesperada y aterrada Catalina. Los esclavos destrozan la casona y matan al malvado capataz. Por su parte, un desesperado Renato se ha entrevistado con el Gobernador valiéndose de la amistad de él para con su padre, para exigir el arresto inmediato de Juan y sus seguidores y obtener la liberación de Mónica, pero el Gobernador no puede hacer más, ni incitar una guerra que acabe en tremenda masacre por no levantar hacia la Martinica y hacia él mismo, la mirada de Europa que le señalará, cosa que enfurece a Renato. Ninguno de los dos cederá a los deseos del otro por lo que, ante los amenazantes rugidos del viejo volcán, "Mont Pelée" Renato sale decepcionado de la presencia del Gobernador y el viejo se queda tranquilo, no dándole importancia ni al problema de los D'Autremont ni a la advertencia del volcán. En el Peñón del Diablo Juan se ha levantado, gracias a Mónica está mejor, al igual que otras personas, incluyendo los moribundos. Él sabe que su esposa es muy diferente a su hermana y en poco tiempo ha aprendido a conocerla, sin embargo, justo cuando podían hablar claro de una vez, dos cosas les obliga a detenerse; el inminente despertar del volcán que está más cerca de ellos y cuya lava ya ha envenenado las aguas que les surtían y las detonaciones de la pólvora que por otro lado, han hecho volar una parte de tierra que los ha separado al mar, incomunicándolos totalmente de Saint Pierre. Eso es la muerte para todos, Juan se indigna por la suerte de las personas inocentes y especialmente por Mónica, pero ella lo prefiere así, prefiere quedarse con Juan que salvarse.
Cuando Sofía y Renato se enteran por el sacerdote lo que ha pasado en Campo Real, no pueden dar crédito a lo que escuchan. Sofía casi enloquece al saber que su propiedad es ahora ruinas por las manos de los esclavos y exige a Renato volver para castigar semejante rebelión, pero su hijo no la secunda por su necedad de no irse sin Mónica, esto hace estallar a su madre quien en su cólera lo compara con su padre, en lo diferente que es y el monigote que representa para las mujeres. Esto último también hace estallar la cólera de Renato, pero se contiene y ordena a Yanina acompañar a su madre a su habitación y si es preciso, encerrarla. En otra escena, Juan ha notado algo y se lo muestra a Mónica, quien comprende al instante lo que pasa, tras la explosión, un promontorio de rocas que les imposibilitaba la salida ha desaparecido y ahora pueden tratar de escapar. Juan quiere llevar a Mónica y a Colibrí a su casa de Saint Pierre, pero ella no desea irse y dejarlo, le da la idea de irse todos hacia el Luzbel, para Juan es algo descabellado, aunque reconoce que es una mejor idea y permite que sea ella misma quien se lo diga a los demás. Lejos de ellos, Renato se hunde en su vieja biblioteca, se hunde en el alcohol, en las sombras y en la desesperación, lo único que espera es la tan ansiada anulación del matrimonio de Juan y Mónica, pero al ver a Yanina, recuerda que su madre está indispuesta por el problema de Campo Real. Yanina le cuenta lo que se comenta y el crimen de Bautista contra la bruja, que incendió su cabaña y a la mujer, medio quemada y medio ahogada, la arrastraron para sacarla de las tierras y fue así como murió y como los trabajadores la encontraron, encendiendo sus odios contra los amos, ya que según Bautista, lo había hecho por orden de Renato. Todo eso aturde al hacendado, pero en ese mismo momento, le llegan las noticias que tanto esperaba; Mónica es libre y esa noticia le llena de una dicha que le hace olvidar todo lo demás. En el Cabo del Diablo, Juan y Mónica sólo esperan que el mar y la luna les allanen el camino para dejar tierra, y aunque ante las palabras y el casi desnudar sus almas, un nuevo problema se le presenta; Segundo, su segundo al mando no está dispuesto a seguirlo a lo que el hombre cree es un suicidio por lo que quedándose ellos, Juan y sus otros hombres y sus familias, le siguen en balsas por el mar. A lo lejos, en tierra, un cataclismo se avecina y el volcán no tardará en escupir fuego.
El rugido a despertado a Sofía quien se altera al saber que Renato no está con ella. Yanina le ha dicho hacia dónde se fue y Sofía por sus nervios siente colapsar. Para colmo, la catástrofe que ya azota la ciudad amenaza con no dejar nada en pie, ya la lava arrasa con todo y decidida, Sofía sale a buscar a su inconciente hijo. Renato está en camino en busca del Gobernador, mientras que Juan y Mónica, estando en mar adentro, han sorteado el peligro que representa estar dentro del agua cuando la tierra tiembla por el volcán que escupe lava. Remando a Juan se le ha abierto la herida, pero no deja que Mónica lo vea para no perder tiempo y seguir su camino, sin embargo, para el hombre que conoce su situación, decide llegar a playa y dejar a Mónica cerca de un convento. Mónica protesta y no quiere dejarlo, pero Juan le dice que le importa demasiado y que la ama tanto como para exponerla a la muerte que les espera a ellos. Cómo despedida y sin poder contenerse, por fin le estampa un ardiente y apasionado beso en los labios que termina de unirlos definitivamente y así, con el dolor por dejarla, él se aparta y regresa al mar. Inútiles son los ruegos y gritos de Mónica para detenerlo y estando sola, por fortuna un carruaje se acerca a ella, es la madre abadesa y otras novicias que van a otro convento escapando de la ira del volcán y se la llevan. Lo que Mónica ignora es que Noel, está haciendo todo lo posible para que Juan y su gente queden libres ante el Gobernador.
Juan ha logrado llegar con su gente al Luzbel donde con trabajo han podido acomodarse. El barco no zarpa, no tiene rumbo porque Juan quiere saber desde el agua, lo que terminará de hacer el volcán, además parte de su corazón está en un extremo de Saint Pierre, en ese donde ha dejado a Mónica. Por otra parte, ya Renato está en la casa del Gobernador y es detenido por Sofía, él le avisa que Mónica ya es libre y buscando la audiencia con la autoridad, se encuentran con Noel intercediendo por Juan, los D'Autremont y él se enfrascan en una acalorada discusión, pero el volcán sigue rugiendo y siendo avisados de los que han escapado del Cabo del Diablo, Renato valiéndose de la ayuda del Gobernador, ya que tiene la anulación de Mónica y su grado de subteniente, se pone a disposición para ir personalmente, con hombres armados y hacerlos detener. Noel se decepciona al ver el apoyo que el Gobernador le ofrece a Renato. Por otra parte, Mónica está a salvo en el convento de las Dominicas, al otro extremo de Saint Pierre, en el llamado Monte Parnaso y sus ojos están fijos en el mar como lo está su corazón. La superiora ha enviado una nota a Catalina diciéndole la presencia de Mónica con ellas y Catalina, envía a Ana a buscar a Noel para advertirle. El viejo notario ve una esperanza en el asunto porque así podrá retener a Renato que ha obligado a Segundo a decirle donde está Juan y ahora va en busca del Luzbel. Sin embargo, Renato no cree las palabras del notario y menos cuando han llegado por Ana, la sirvienta de Aimée que Renato tanto aborrece. Noel le pide quedarse y darle tiempo para ir por Mónica, pero al irse, Renato no pretende obedecerle y se embarca en busca de Juan. Una batalla de vida o muerte entre los hermanos está a las puertas.
Noel y Catalina logran llegar al convento y ver a Mónica, pero las noticias que le da Noel la asustan más, sabe que el enfrentamiento entre Renato y Juan significa la muerte para ambos y sufre por eso. Para colmo, Renato ha encontrado la goleta del Luzbel y enfrenta a Juan que se encuentra cerca del Monte Parnaso, Renato abre los cañonazos contra Juan y el pirata también abre fuego contra el militar, sin embargo, algo más peligroso les ataca haciendo que por poco el mar se los trague al destrozar los navíos; el volcán lanzó llamaradas de fuego, haciendo temblar la tierra y el mar en una catástrofe que arrasará con lo que alguna vez fue Martinica. Los del convento han sido testigos de todo y Mónica desolada, al ver los destrozos y cadáveres en el mar sólo piensa en Juan y por qué no le permitió morir con él.
Juan ha logrado salir a flote, logró salvar a Colibrí, pero al encontrar un bote donde salvarse no contaba con que otro hombre se lo disputaría; Renato, aún herido y también quemado, sigue en su necedad de acabar con él. El militar lo culpa del ataque y Juan le aclara que no fue él sino el volcán, en ese momento Renato reacciona por Mónica, pero Juan le dice que él la dejó a salvo. Con eso basta para que la ira de Renato se aplaque y desista de pelear, pero está mal herido. Juan lo salva también y los tres buscan salir de esa horrible situación. Lo terrible es que de la ciudad ya no queda nada y Juan al pensar en Mónica siente enloquecer. A la mujer le pasa lo mismo porque al socorrer a los sobrevivientes no mira a Juan por ningún lado y en esa agonía pasarán semanas pues la ira del volcán no se apacigua y las catástrofes continuarán.
Tres meses han pasado en la calamidad de la catástrofe los que sobrevivieron en Martinica, ya nada queda, Saint Pierre ya no existe y en todo ese tiempo, ni Juan ni Mónica se han encontrado y aunque se creen muertos, ninguno de los dos pierde las esperanzas de encontrarse. Renato ha logrado sobrevivir a su mortal herida, al igual que Juan, pero al despertar y darse cuenta de lo que ha pasado siente enloquecer al saber que posiblemente entre todos esos miles de muertos está su madre y hasta Mónica. Juan le insiste en que ella puede estar viva, pero al saber Renato que él la ama se enfrascan en una discusión por la mujer, sin embargo, Juan le confiesa su amor por ella y en cómo la ha buscado. De nada le sirve a Renato estallar en celos, reconoce, a pesar de los papeles que tenía, que ese hombre a quien perseguía y a quien debía apresar, es el que le ha salvado la vida y que de verdad ama a Mónica. La discusión se acaba y es el mismo Colibrí el que se encarga de hacerle ver a Renato todo lo que Juan hizo por él. Además, un nuevo Gobernador ha llegado desde Francia, uno en cuya flota de barcos trae la ayuda necesaria para volver a levantar la Martinica, ahora que el volcán por fin se calmó volviendo a dormir. No obstante, al saber Renato la llegada del Gobernador, tambaleante decide ir a buscarlo en ausencia de Juan. Colibrí le notifica al pirata lo que pasa y Juan entiende que ante todo, Renato es poseedor de un apellido ilustre que puede hacer valer. Lo que ninguno de los dos se imagina, es que Mónica está viva y mientras Noel la convence para llevarla ante el nuevo Gobernador que quiere conocerla por su ayuda prestada en la catástrofe, Renato la encuentra y eufórico, le dice lo que le ha pasado y a quién le debe su vida y también la ha buscado como loco. Mónica casi estalla en felicidad y corre al encuentro de Juan al saber dónde está.
Los enamorados se han encontrado y fundido en fuertes abrazos y ardientes besos. Por fin vuelven a verse y confesarse todo su sentir y sufrimiento. Renato los ha visto de largo y sin decir nada avanza hacia el Gobernador, a quien debe ver con urgencia y primero que nadie. Por desgracia, a Juan lo escoltan dos soldados, los mismos que Renato mandara a buscarle, los militares apenas y le han permitido su momento con Mónica, pero debe ser llevado ante el Gobernador y cumpliendo con su deber, se aleja de Mónica, quien necia, no pretende volver a dejarle y junto con Noel le siguen. No obstante, no impiden que Renato se entreviste con la nueva autoridad y es así, como logra decir todo. Al saber que Mónica y Noel están en el despacho les hace pasar y los presenta, como también hace pasar a Juan y delante de todos, Renato cuenta el cómo Juan lo salvó y también le pide al Gobernador que sus tierras de Campo Real sean para él que es su hermano. Renato ha sabido comportarse a la altura de las circunstancias y dejando los rencores atrás, los dos hermanos por fin se abrazan y perdonan todo. Renato ha decidido, como era deseo de su padre, darle su apellido, reconocerlo como hermano y darle también lo que por derecho le pertenece porque él, como último D'Autremont se va de la Martinica para Francia a vivir una vida distinta y a recuperar cierta herencia de su madre. De esta manera, Renato se ha redimido, dándole a Juan lo que le corresponde y también, otorgándole a Mónica, que aunque saben que ya no están casados, podrán volver a hacerlo y estar juntos como desean estarlo.
Epílogo:
Campo Real, en manos de Juan ha vuelto a ser la tierra próspera que fue, aunque ya no bajo el yugo del esclavismo. Su patrón es un hombre justo al que muchos aman y sirven con gusto. En el otro extremo de donde estuviera la antigua casa D'Autremont, se alza una más pequeña y acogedora, ese es el nido de amor de Juan y Mónica, quien ansiosa espera la llegada de su marido, de uno enamorado y también ansioso que a caballo se dirige hacia su mujer. Han encontrado la paz, la prosperidad y sobre todo, disfrutar su amor, un amor que fue probado en viento, agua, roca y fuego y que lo superó todo. Esa es su recompensa, amándose vivirán felices Mónica y Juan. Mientras que Renato, con su porte aristócrata, alto y regio, habiendo quemado aquellos funestos papeles, sobre la lujosa cabina de un barco parte para Francia dejando atrás aquella tierra de su vida y aquel paisaje que le removía los recuerdos. Aquella tierra candente que enfrentara aquellos cuatro corazones; la Martinica.
Fin
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