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lunes, 17 de junio de 2013

Quiero que seas mío. Capítulo 1



Derechos de Autor: © Natasha Granchester. Octubre/ 2012

Derechos de Autor: © Itxa Bustillo. Diciembre/ 2012
 

"Ni el tiempo, ni la distancia, ni aún la misma muerte evitará que te ame."
 


Capítulo 1 

Toda una vida vacía. Siglos de tristeza y soledad, seguir adelante solo con el único deseo de venganza que es lo que en la mayoría de los casos te mantiene en pie. El deseo de acabar con todos aquellos que te han hecho daño es un placer que se saborea como el más exquisito plato frío y aunque después sigas tan solo y tan sediento como al principio y sientas que lo que has hecho no llena tus expectativas, el saber que eso que te estorbaba no volverá a cruzarse en tu camino es una plena satisfacción, al menos para mí.
¿Quién soy? Es una buena pregunta, aunque en mi caso sería ¿Qué soy? Tal vez un monstruo, un demonio, una bruja, una vampira, una asesina. Alguien que tiene en sus manos la sangre de muchos y en su alma la condenación eterna, eso, en caso de tener alma porque no creo tenerla. Hace mucho la vendí a cambio de tener la vida de aquellos que se cruzaron en mi camino para hacerme todo el daño que quisieron. Grave error.
Veo pasar la vida de los mortales sin que eso me afecte en lo más mínimo, mis poderes mentales y saber lo que sucederá me han hecho amasar una incalculable fortuna y aunque puedo obtener las propiedades que desee y tener el mundo a mis pies eso no me sirve para nada. No, si no lo tengo a él. No siento amor, ni calor, no como, ni duermo, nada puede saciarme. Estoy cansada de este siglo aburrido en el que creen que su tecnología es todo lo que necesitan. Humanos estúpidos, no temen que sus creaciones se vuelvan contra ellos algún día.
Desde la banca de un parque observo el día que está nublado, amenaza con llover. Las personas han salido a pasear a pesar de eso y su ritmo acelerado de vida se deja ver, unos corren apresurados a sus trabajos, otros corren por diversión ejercitándose buscando la fuente de la eterna juventud, otros pasean a sus perros los cuales al verme huyen asustados ante el desconcierto de sus amos. Algunas mujeres llevan a sus hijos a la escuela y los más adolescentes caminan solos haciéndoles creer a sus padres que van a clases. El ridículo payaso de los globos intenta acercarme a mí pero me adelanto a su intención y su tonta sonrisa se borra de su cara, mi mirada lo amenaza con estrangularlo si se acerca por lo que mejor disimula y pasa de largo. Al menos es sensato y valora su existencia. Cada individuo que pasa es un asco a pesar de su apariencia intachable, puedo sentir sus miradas en mí deseándome con lujuria y aunque algunos están casados y comprometidos en su mente solo hay una sola cosa: sexo, sexo y sexo.
A cierta distancia de mí en otra de las bancas se sienta una pareja de enamorados, él muy gentilmente le ofrece una rosa a la chica y ella muy ilusionada la acepta. Comienzan a hacer planes sobre su futuro y la risa los envuelve por completo, tiernamente comienzan a besarse a la vista de todos lo que me hizo recordar algo y a la vez a sentir de nuevo este eterno vacío que me consume y me condena. Una vez yo sentí lo mismo y era inmensamente feliz, pero me fue arrebatado y todos los que participaron en mi desgracia ahora se pudren en el infierno. Tal vez algún día tenga que volver a verlos pero no ahora, todavía no tengo la intención de hacerlo. Por ahora solo observo en silencio, la pareja luce feliz o al menos ella está muy ilusionada. ¡Desgraciado! Debería de acabar con él ahora antes de que sea tarde, jugará con los sentimientos de la chica y una vez que se burle de ella la desechará como la basura, ella no soportará su destino y terminará suicidándose llevando también a la muerte al hijo de ambos que tendrá en su vientre. Debería de hacer algo ahora que hay tiempo, debería…
—¡Alto Eloísa! —me ordenó una voz familiar—. No intentes alterar el futuro, ni cambiar el destino, sabes que no te está permitido.
—Ángel no te metas  —le dije muy molesta—, la reglas se hicieron para romperlas y yo puedo hacer lo que me place.
—Ya no —insistió—. Ese asunto no te concierne, no te metas, evita leer los pensamientos de los humanos.
—Se supone que eres un ángel, haz algo tú entonces.
—No podemos interferir con los sucesos del futuro. No debemos alterarlo, las cosas sucederán y punto, es la decisión de cada individuo.
—Ella es inocente, el sinvergüenza es él, la está engañando.
—¿Qué sentiste cuando la beso? Recordaste tu historia, ¿verdad? Por un momento seguramente quisiste volver a sentir esa sensación aunque haya sido por un sinvergüenza.
—¡No compares! —le grite sintiendo que hervía de cólera—. Edmund era un caballero, el hombre más noble y hermoso que he conocido, él no se burló de mí, éramos la pareja perfecta y hubiera sido el mejor esposo y padre, él era todo para mí, él era todo mi mundo.
—Y agradece a Dios que no quedaste embarazada cuando te entregaste a él, eso hubiera sido peor para ti. Después de lo que pasó con seguridad hubieras enloquecido de dolor y seguramente te hubieras suicidado.
—No metas a Dios —le dije tratando de contener mi furia—. Preferí entregarme a Edmund en secreto que ser ultrajada por esa jauría de perros feudales y eso es algo de lo que no me arrepiento
—Eloísa tiene razón —dijo otro que se había metido en nuestra conversación—. No metas a Dios en esto, aparentemente él no está cuando suceden estas cosas o seguramente sí, solo que prefiere no hacer nada. Aún no entiendo cómo es que cada día gana más adeptos en sus distintas religiones, cada día entiendo menos a los humanos.
—¡No blasfemes! —ordenó Ángel—. Y no te metas en donde no te llaman, esto es entre Eloísa y yo.
—¡Ustedes dos ya me tiene harta! —les dije poniéndome de pie—. Quiero que desaparezcan de mi vida. ¡Váyanse al infierno!
—Damián puede, yo no —dijo Ángel con traquilidad.
—Lo siento querida —dijo Damián muy molesto—, es tu angelito el que no tiene porque meterse. No olvides que tú eres mía y me perteneces.
—Yo no soy propiedad de nadie, déjame en paz.
—Eso debiste haberlo pensado antes querida, cuando me llamaste acudí a ti y te ofrecí todo en bandeja de plata para que llevaras a cabo tu venganza. ¿O ya lo olvidaste? Te guste o no, eres solo mía.
—Eso ya lo veremos —le dijo Ángel—, nuestra batalla aún no termina. Es más ni siquiera ha comenzado.
—Bravo Ángel —dijo Damián sarcásticamente—. No sabes cómo espero ese momento, ansío que llegue ese día. Tú has sido una piedra de tropiezo para mí desde que esta belleza me perteneció y sé que llegará el momento para quitarte de en medio. Te guste o no Eloísa es mía y sabes que el día que deje de serlo será su fin, así que tú decides como la quieres, en cualquiera de las dos formas no dejará de ser mía.
—Eso ya lo veremos Damián —dijo Ángel—. No estés tan seguro de tu triunfo sobre ella.
Estos dos ya me tenían harta, siempre que se encontraban terminaban peleando igual, peleándome como si fuera un premio que tenían que ganar y eso me molestaba mucho. Los dejé peleándose entre ellos y esperaba que la tierra comenzara a temblar y a sacudirse, afortunadamente la gente era totalmente ajena a lo que estaba sucediendo. Ángel y Damián eran entes que solo yo podía ver, obviamente uno era un ángel y el otro un demonio y desde que comenzó mi calvario siglos atrás he tenido que soportar que se metan en mi vida. Nunca he logrado deshacerme de ninguno de los dos.
Al pasar cerca de la pareja que no paraba de besarse, clavé mis ojos en el tipo y de haber sido puñales hubiera perecido allí mismo. Comenzó a faltarle el aire y dejó de besar a la chica. Asustado por su falta de respiración y su mareo, con su mirada me buscó sabiendo seguramente que yo era la causante de eso y su miedo fue evidente. Espero que haya podido ver lo que le pasaría, porque en su corazón no desistía de sus propósitos, como cualquier perro lo pagaría.


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